Llegué a Trujillo pero mi destino final era Huanchaco. Esta vez me hospedé en el famoso balneario y no como siempre en Trujillo, pues el Festival de la Marinera tenía ocupados los principales hoteles. Al principio no pensé que era una buena idea, pues estar lejos de la ciudad implicaba que todos los días iba a perder los 25 ó 30 minutos por viaje que separan a playa y ciudad. Pero me equivoqué.
El trayecto diario valió la pena, fue como estar en otro mundo. Yo viajo con regularidad a Trujillo y lo cierto es que ya me había aburrido (a pesar que es una ciudad muy bonita), pero gracias a Huanchaco estoy reinventando mis memorias de esta región de Perú. Los días y tardes son apacibles, no hay nada como un paseo por el malecón o almorzar teniendo de fondo el mar. Y ni qué decir de caminar por el muelle. Pero todo esto de lunes a sábado, porque el domingo Trujillo se traslada por completo y la playa está repleta de familias enteras, grupos de amigos, autos y carretillas. Algo no del todo …
El trayecto diario valió la pena, fue como estar en otro mundo. Yo viajo con regularidad a Trujillo y lo cierto es que ya me había aburrido (a pesar que es una ciudad muy bonita), pero gracias a Huanchaco estoy reinventando mis memorias de esta región de Perú. Los días y tardes son apacibles, no hay nada como un paseo por el malecón o almorzar teniendo de fondo el mar. Y ni qué decir de caminar por el muelle. Pero todo esto de lunes a sábado, porque el domingo Trujillo se traslada por completo y la playa está repleta de familias enteras, grupos de amigos, autos y carretillas. Algo no del todo …